Ya sabíamos que el móvil, las barbas varoniles y hasta la barra de labios son caldo de cultivo para bacterias poco amigables. Nada que un buen lavado con el jabón adecuado no ataje. Pero, ¿qué hay de las toallas del cuarto de baño? ¿Qué pasa si algún barbudo de la familia se ha secado antes la cara con la toalla del tocador familiar? ¿Y si lo hace alguien con acné? ¿Es la toalla una jungla de bacterias contagiosas, dispuestas a crearnos toda suerte de problemas dermatológicos? De ser así, ¿es mejor salir del baño con la cara empapada y dejar que se seque al relente? ¿Nos vamos olvidando de las toallas de tela y apostamos por los pañuelos de papel desechables? ¿Qué dice la ecología de todo esto? Vivimos a caballo entre la obsesión coreana por la limpieza exhaustiva, la paranoia occidental por las infecciones y el temor a que la cara se nos cuartee por exceso de sequedad.S Moda se ha puesto en contacto con varios expertos en el cuidado de la piel para atajar todas las dudas respecto a cómo hay que secarse el cutis. Con razones médicas y sentido común.
Lavamos la cara con un jabón suave y agua. A continuación, ¿es mejor secarla de todo?
Dr. José Mª Ricart, dermatólogo y director médico de Instituto Médico Ricart: “Mi consejo es no secarla del todo, sino dejarla con una ligera humedad. En ese estado, se logra la máxima penetración de los cosméticos que apliquemos a continuación, ya sea el sérum, la crema…”.
Para lograr ese nivel óptimo de ligera humedad, ¿secamos con una toalla de toda la vida o esperamos a que la brisa vaya evaporando el líquido elemento y paramos justo cuando solo quede un velo de agua?
Dr. Ricart: “Siempre con una toalla”.
Entonces, ¿es malo dejar que la cara se seque al aire?
Carmen Navarro, facialista y directora de los Centros Carmen Navarro : “Dejar que la piel se exponga al aire mojada acelera la deshidratación. Más aún en pieles reactivas, ya que la exposición prolongada al agua las sensibiliza”.
¿Cómo debe ser la toalla? (de papel, de rizo, de paño suave sin rugosidades)
Dr. Ricart. “En el caso de los rostros más grasos, mejor una de algodón 100 % o, directamente, tissues de algodón de usar y tirar, siempre y cuando no sean perfumados, para evitar posibles irritaciones. Las pieles normales precisan fibras más delgadas. Por último, para las pieles sensibles, atópicas, acnéicas o con rosácea sugiero un papel tissue de un solo uso o una toalla de paño fino y suave”.
¿Y el gesto de secado?
Dr. Ricart: “Daremos toques desde el mentón hacia las mejillas y la frente. Jamás debemos frotar o arrastrar la toalla por el rostro: esto daña las fibras elásticas de la piel y favorece la aparición de flacidez”.
Dra. Beatriz Beltrán, especialista en medicina antienvejecimiento y directora de la clínica que lleva su nombre : “En el caso de las pieles grasas, una maniobra suave de arrastre nos va a permitir barrer impurezas, hasta hacer un sutil peeling mecánico de la piel para oxigenarla”.
En caso de usar una toalla de tela, ¿pasa algo si compartimos la de la familia?
Carmen Navarro. “Cada rostro tiene sus propias necesidades. Y sus problemas. Sin olvidar que en todas las casas hay miembros más escrupulosos con la higiene y otros más laxos. En una toalla de lavabo no es infrecuente encontrar desde restos de jabón mal aclarado a manchas de maquillaje. El primer paso para tener un rostro sano y bello es la limpieza, y esto incluye también el secado. Para evitar posibles complicaciones sugiero hacerlo con una toalla personal e intransferible”.
De acuerdo, lo mejor es una toalla individual. ¿De tela o una desechable de papel?
Carmen Navarro: “Ambas son adecuadas”.
Ya que cada miembro de la familia usa su propia toalla de tocador, ¿puede servir para las manos y para la cara o hay que tener una para cada cosa?
Dra. Beltran: “Conviene tener una solo para el rostro. Y mantener unas mínimas normas de higiene, como no dejarla mojada y arrugada, para que no acumule humedad. Y lavarla con mucha frecuencia”.
¿Hay tantos gérmenes patógenos en las toallas o estamos cayendo en la paranoia con esto de la higiene?
Dr Ricart: “Las toallas de uso diario, por muy exquisitos que seamos con el aseo, acumulan suciedad: células de piel muerta, ácaros y otros agentes patógenos. Entre las características propias de este tipo de tejido – más grueso, con más dificultad para secar – y la humedad y calidez propias del cuarto de baño, se crea el hábitat perfecto para la proliferación de todo tipo de microbios. No voy a decir que haya que evitarlas, pero sí cambiarlas a menudo para evitar posibles infecciones”.
Carmen Navarro: “Es cierto que hay gérmenes, pero también en el pomo de una puerta, en el teclado del ordenador, en el móvil … Es importante mantener las medidas de higiene lógicas, pero sin volvernos locos”.
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