ÓSCAR SÁNCHEZ
Los teléfonos móviles son uno de los grandes inventos de la historia, pero aunque estos aparatos sean capaces de hacer grandes cosas, la mayoría no son resistentes al agua. Miles de personas han pasado por el mal trago de ver cómo su móvil se sumergia en la piscina, en el mar o incluso en un charco, sabiéndo que no se podría salvar. Imaginándose que tendría que volver a aquel teléfono de hace diez años que guardaba en casa para emergencias.
Se conocen muchos mitos y leyendas sobre cómo resucitar un movil que ha estado bajo el agua como meterlo en arroz o como la nueva moda de Tik Tok, utilizando un sonido compuesto por zumbidos. Sin embargo, para maximizar las posibilidades de que sobreviva en estos casos, hay una serie de pasos que se recomienda seguir.
La mayoría de veces, al sacar el móvil del agua la pantalla está en negro por lo que se da por hecho que está apagado. Instintivamente intentamos encenderlo para saber si ha sobrevivido al chapuzón o si debemos darlo por muerto y empezar a buscar uno de segunda mano para salir del paso. Esto es uno de los gestos que hace que los cirucitos internos del aparato se fundan y hacerlo completamente inservible.
Si al sacarlo está apagado, hay que dejarlo así y evitar la tentación de darle al botón de encendido. En el caso de que la pantalla siga iluminada y el teléfono funcione aparentemente bien, hay que apagarlo inmediatamente para evitar cortocircuitos.
Hay que extraer cada funda, tapa, carcasa o similares que tenga el aparato. Los móviles dejaron de ser «desmontables» en su gran mayoría y hoy en día lo único que se puede extraer son las tarjetas SIM y las SD o también conocidas como tarjetas de memoria. Hay que sacarlas y secarlas por separado utilizando un trapo o una toalla de papel. Evitar utilizar calor o un secador de pelo ya que podemos dañarlas.
Los teléfonos con batería extraíble se aconseja dejarlos «vacíos», es decir, quitar todo lo que se pueda, desde la batería hasta las tarjetas mencionadas antes. Además, estas baterías extraíbles cuentan con una zona pequeña de color blanco que cuando se moja cambia de color, por lo general a un tono rosáceo. Así podremos ver cómo de dañada está la batería y cuántas probabilidades hay de que continue funcionando.
Realizar el secado cuidadosamente es uno de los pasos más importantes de todo el proceso y puede llegar a ser iireversible si no se hace bien. Para evitar que el agua que sigue en el interior afecte a más zonas, hay que secar los laterales del móvil con un trapo, una toalla o un trozo de papel absorbente y moverlo y girarlo lentamente. No hay que hacer uso de un secador de pelo o de cualquier aparato que desprenda calor para secar el teléfono ya que el remedio puede ser peor que la enfermedad.
En el caso de que el agua fuera salada y no dulce, hay que intentar secarlo cuanto antes para evitar que la sal afecte corrosivamente a conectores y distintos chips del aparato. Algunos expertos señalan que incluso es recomendable que si el móvil se cae al mar, lo primero que hay que hacer es lavarlo con agua dulce y después ya proceder al secado.
Lo primero que escucha alguien que acaba de ver cómo su móvil se posaba en el fondo de la piscina es: «ponlo en arroz». Y es que este mito tiene su parte de verdad y funciona realmente, pero no es ni el único ni el mejor. La arena de gato o los copos de avena son también buenos mecanismos para absorber el líquido restante, así como productos como Waterrevive . Todo lo que hay que hacer es poner el material que queramos usar en un tupper o en un recipiente que pueda cerrarse y quedar al vacío, sumergir el teléfono y esperar al menos 48 horas.
Una vez transcurridos los dos días de espera, desenterrar el móvil del material absorbente que elegimos y girándolo levemente, comprobar si sale alguna gota de agua por las aperturas. En caso afirmativo, repetir el proceso y mantener el móvil otros dos días dentro del tupper.
También recomiendan que una vez veamos que se ha secado por completo, sacarlo del recipiente y dejarlo sobre una servilleta o una toalla de papel al sol. Así, mientras lo vigilamos para que no se sobrecaliente, ayudamos a que los últimos resquicios de humedad se evaporen.
Con la certeza de que ya está seco por completo, hay que probar suerte y darle al botón de encendido. Si el móvil responde y la pantalla se ilumina, todo apunta a que ha sobrevivido. De todas formas, existen aplicaciones que verifican si hay algo dañado o no. Es posible que haya algo dañado, como los altavoces o la cámara. En ese caso con llevarlo a reparar será suficiente.
Si el móvil no responde y no hace ningún tipo de ademán por encenderse, es hora de buscar un sustituto ya que rara vez los daños por agua están cubeirtos por el seguro.
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