A menudo, cuando necesitamos hacer una compra, ponemos mucha atención en los precios –lo que es normal– pero demasiado poca en otras variables que también son importantes. Valorar demasiado el ahorro de unos euros en el momento de la adquisición puede hacer que pensemos menos de lo aconsejable en otras características.
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La vida útil del producto (es decir, el lapso durante el cual podremos usarlo) también es clave. Sobre todo cuando se trata de bienes que suponen una elevada erogación de dinero y cuya duración se mide en años.
Un ejemplo son los electrodomésticos. Quien adquiere un refrigerador o una lavadora lo hace con la idea de que, hasta dentro de unos cuantos años, no tendrá que volver a efectuar una compra similar. Pero ¿cuánto duran estos artefactos, y cuáles son las marcas que duran más?
En general, la duración de los grandes electrodomésticos (frigoríficos, lavavajillas, lavadoras y secadoras) ronda los once o doce años. Así lo afirma la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), a partir de los resultados de una encuesta realizada entre más de 87.000 personas de cinco países europeos: Italia, Francia, Portugal, Bélgica y España.
Preguntó a sus socios sobre el tiempo que les duraron sus anteriores electrodomésticos, una información que le permite elaborar una proyección del tiempo medio que se puede esperar que dure un electrodoméstico de una determinada marca.
Según las respuestas de los usuarios si hay una marca que dure más que las demás, esa es Miele. Esta marca sobresale como la más duradera, con diferencia, en lavadoras, secadoras, con 16 años de media, 15 años de duración en lavavajillas, y 14 en frigoríficos.
Los electrodomésticos más duraderos son los frigoríficos, que suelen cumplir sus funciones durante unos doce años, si bien los más duraderos son los de General Electric. Los problemas más frecuentes en estos aparatos se relacionan con el control de temperaturas, el cierre de la puerta y el sistema "no frost", destinado a evitar la formación de hielo.
Según la OCU, otras marcas que destacan por su fiabilidad son General Electric, con 15 años; Brandt, Miele, Zanussi e Ignis con 14 años; Smeg, Siemens, Electrolux, Bosch, AEG, Edemas y Balay con 13 años.
Para lavavajillas, lavadoras y secadoras, la duración media es de once años. Sin embargo, en función de la empresa fabricante, esta cifra también tiene importantes variaciones. La marca que ofrece una vida útil más extensa en las tres categorías –siempre de acuerdo con el estudio citado por la OCU– es la alemana Miele, considerada de alta gama y, por ende, con unos precios que no están entre los más asequibles.
Pero tanto los lavavajillas como las lavadoras y secadoras Miele funcionan durante un lapso estimado en 16 años, cinco por encima de la media. Un dato que podría justificar una inversión mayor, por supuesto para quienes pudieran asumirla.
En el caso de los lavavajillas, las otras marcas destacadas por la perdurabilidad de sus productos sonThompson. Balay, Bosch, AEG, Siemens, Zanussi, baucknechjht, Smeg y Neff, que duran doce años de media.
Por su parte, las que se encuentran por debajo de la media, todas alrededor de los diez años, son las siguientes: Hoover, Ignis, Fagor, Whirlpool, Candy, Teka, Indesit y Hotpoint y Electrolux.
Las lavadoras que siguen a Miele entre las más perdurables son las AEG, Siemens, Zanussi, Smeg, Baucknecht y Balay, que funcionan durante unos doce años de promedio. En el otro extremo, también con una duración aproximada de una década, se repiten varias de las marcas del párrafo anterior: Teka, Hoover, Indesit, Whirlpool y Candy.
Y en el caso de las secadoras, además de las Miele, sobresalen las Baucknecht, Siemens y AEG, que cumplen con la media: doce años. Una firma, en tanto, queda en el lado negativo de la escala: Indesit, cuyas secadoras funcionan por unos nueve años).
La OCU, al igual que otras organizaciones que defienden los derechos de consumidores y usuarios, reclama desde hace años una norma contra la obsolescencia prematura de los productos. Es decir: contra la comercialización de bienes que fallan o dejan de funcionar demasiado pronto, muchos de los cuales ni siquiera pueden repararse, por la dificultad o la falta de repuestos para tal tarea.
De hecho, existen estudios que demuestran que desde hace años la vida útil de los electrodomésticos es cada vez más y más corta. Debido a ello, ese se ha es uno de los principales reclamos de los consumidores europeos.
Y no solo en relación con el ahorro económico, sino también con el cuidado del medio ambiente: la lógica de "comprar, usar poco y tirar" está tan extendida que hasta el 90% de lo que se fabrica apenas seis meses después ha ido ya a la basura.
Tal demanda, en los últimos tiempos, se ha traducido por fin en directivas específicas, tendientes a garantizar el "derecho a la reparación". En octubre de 2019, la Comisión Europea aprobó un nuevo reglamento con "requisitos de diseño ecológico" para diez tipos de productos, entre ellos electrodomésticos como frigoríficos, lavavajillas, lavadoras y secadoras.
El reglamento –que entrará en vigor el mes que viene– procura hacer que esos artefactos tengan una vida útil más extensa, reducir su impacto ambiental y también favorecer el ahorro económico para los ciudadanos.
Entre otras medidas, las piezas de repuesto deben estar disponibles en el mercado durante un lapso mínimo después de su venta (siete años para los refrigeradores, diez para las secadoras y lavadoras) y tanto estas últimas como los lavavajillas deberán consumir menor cantidad de agua.
Sin embargo, ese nuevo reglamento tiene aún muchas limitaciones. Por ejemplo, las piezas de recambio y ciertos datos de mantenimiento podrán estar disponibles solo para reparadores profesionales, y no para los usuarios.
Por eso, en noviembre de 2020 el Parlamento Europeo aprobó una resolución para que, entre otras cosas, los consumidores tengan acceso a las piezas y a las indicaciones necesarias para restaurar sus aparatos. Y también que cuenten con información veraz sobre la vida útil de los productos.
Tras esta resolución de los eurodiputados, son los Estados miembros de la UE los que deberán dictar leyes para impedir la obsolescencia prematura y garantizar un auténtico "derecho a la reparación" de los productos para los ciudadanos.
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