Puede que no te lo hayas planteado con seriedad este tema por consideras que no está dentro de las tareas cotidianas de suma importancia, y lo entiendo, pero este hábito de limpieza es básico para evitar que las bacterias campen a sus anchas por tu cuarto de baño. Más ahora, en verano, que la mayoría nos pasamos el día a remojo; los más afortunados entre la piscina y la playa, y los menos, con duchas frecuentes de agua y jabón.
Además, si convives con niños y adolescentes habrás notado que suelen dejar las toallas de cualquier manera, tiradas encima de la cama o en cualquier rincón sin preocuparse de sacudirla o colgarla al sol para que se seque bien. No digamos ya de las discusiones de pareja o entre hermanos que se generan por el tema del uso compartido de las toallas.
Pero centrémonos en la frecuencia del lavado de toallas, que es otra de esas cosas que divide incluso a las familias más bien avenidas. Algunos creen que deberían cambiarse después de cada uso, mientras que otros juran que pueden sobrevivir durante semanas sin un lavado. Solo usas la toalla después de limpiarte en la ducha, por lo que no puede ensuciarse demasiado, ¿verdad?
Pues no, el hecho de que la toalla parezca limpia después de usarla no significa que los gérmenes no puedan adherirse a ella. En realidad, deberías lavarla cada tres o cuatro usos o una vez a la semana como mínimo. Eso si estamos hablando de una toalla de baño común, y en circunstancias normales. Pero por ejemplo, las toallas de mano deben cambiarse cada dos días porque se usan con más frecuencia y por varias personas. Por supuesto, si te duchas en el gimnasio y metes tu toalla en la bolsa, ¡cuidado! La humedad es un caldo de cultivo para las bacterias y otros gérmenes, así que tendrías que lavarla todos los días, según la Clínica Cleveland.
¿Exageración? Para nada, una toalla común puede tener hongos, moho y bacterias E. coli creciendo en ella. Aunque el agua ayude a eliminar una parte, otras se quedarán y se transferirán a la toalla durante el secado posterior a la ducha. Nuestro cuerpo produce constantemente sudor, células de piel muerta, ácaros y otros agentes patógenos, y gran parte de esto se puede transferir a las toallas.
Eso sin mencionar otras posibles suciedades corporales y la que se puede acumular con el tiempo, incluidos los restos de moco, caspa, maquillaje y productos de belleza. Todos estos elementos juntos en un baño cerrado y lleno de vapor hacen que las toallas sean particularmente vulnerables a la acumulación de bacterias.
Y si te preguntas qué podría pasar, deberías saber que usar unas toallas sucias tiene ciertos riesgos para la salud, ya que pueden propiciar la aparición de infecciones, erupciones y sarpullidos en la piel como eccemas, granos e incluso brotes de acné. También pueden ser la causa de hongos en las uñas de los pies, pie de atleta, tiña inguinal o verrugas. Además, como ya sabrás, se puede contagiar fácilmente el resfriado común y otras infecciones compartiendo toallas sucias. Así que si alguien de su familia está o ha estado enfermo, es mejor reemplazar la toalla después de cada uso para prevenir la propagación de bacterias.
El modo correcto de lavarlas:
Recuerda, cada uno debe ser tener su propia toalla persona e intransferible, una para el cuerpo y otra solo para el rostro. Acuérdate también de mantener unas mínimas normas de higiene, como no dejarla mojada y arrugada, para que no acumule humedad, y lavarla con mucha más frecuencia.
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