En un mundo ideal, la ropa se lavaría sola y aparecería limpia y planchada en nuestro armario siempre que la necesitásemos. Pero, como eso no es posible, tenemos que lidiar con el contratiempo que supone que la ropa que queremos ponernos justo un día concreto esté en la lavadora. Además, a esto se suma que en invierno las prendas tardan una eternidad en secarse.
Si son las tantas de la noche y acabas de acordarte de que el vestido que ibas a ponerte mañana está sin lavar, utiliza el programa corto de tu lavadora (15 minutos aproximadamente).
En invierno, colgar la ropa en una percha junto al radiador (nunca pegada a él) o el ventilador nos salvará en más de una ocasión.
Otra opción es utilizar el secador. Pero, sólo como última opción o si se trata de prendas pequeñas, dado que este electrodoméstico consume mucha energía y supondrá un gasto extra.
Extiende una toalla en el suelo (preferiblemente gruesa) y coloca sobre esta la prenda que deseas secar. Enrolla la toalla como si fuese un churro gigante, ejerciendo presión para que absorba bien la humedad de la prenda.
Otro truco para que la ropa se seque mucho más rápido es introducir en la lavadora, junto a la ropa mojada, una toalla grande. Esta absorberá la humedad.
Muchas veces estos pequeños contratiempos con la colada hacen que nos quedemos sin calcetines o ropa interior. Para secar más rápido estas prendas de pequeño tamaño lo más eficaz es utilizar el escurreverduras. Sí, como lo oyes. De esta forma, eliminarás por completo la humedad de la prenda. Después, puedes darle un último repaso con el secador y listo.
Por imposible que parezca, el congelador puede convertirse en nuestro mejor aliado para secar la ropa de manera rápida y sencilla.
Introduce la prenda concreta en una bolsa de plástico y ciérrala bien. Métela al congelador durante toda la noche. A la mañana siguiente, cuando la prenda esté seca, sácala del congelador. Por último, plánchala para quitarle el frío.
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