CARMEN BARREIRO
Con la vuelta masiva al trabajo presencial este mes de septiembre, los horarios imposibles (o complicados, al menos) y, en algunos casos, la limitación de aforo en los locales hosteleros, son muchas las personas que tienen que volver a tirar de tartera y del microondas para poder comer caliente (y más barato) en la oficina. Pechugas de pollo, lentejas, purés de verduras, ensaladas de pasta, pisto, yogures, fruta de temporada...
De la elaboración de menús saludables y equilibrados para llevar se ha escrito mucho. Pero, ¿qué pasa con los recipientes en los que metes las albóndigas con tomate o las vainas con patatas que has preparado la noche anterior? ¿Sirve cualquier túper? ¿En qué debemos fijarnos a la hora de elegir una tartera para llevar al trabajo? Y si no tenemos microondas en la oficina, ¿qué recipiente conserva mejor la comida caliente? ¿Mejor cristal o plástico?
«La elección del recipiente en el que llevamos la comida es más importante de lo que pensamos. Además de la apariencia y el diseño, debemos de tener en cuenta otras cualidades más importantes, como el material del que están hechos, si se puede meter o no en el microondas, lavar en el lavavajillas o si conserva correctamente la temperatura de los alimentos», explica Miguel Ángel Luruñea, doctor en Ciencia yde los Alimentos y autor del blog 'Gominolas de petróleo'. Estas son las claves para elegir la tartera más adecuada a las necesidades de cada comensal.
¿Sirve cualquier túper?
No. Busca el símbolo de la copa y el tenedor
Antes de comprar un recipiente para llevar la comida al trabajo, se debe comprobar que la tartera es de uso alimentario. Es muy fácil de saber. Basta con buscar el símbolo de la copa y el tenedor impreso en alguna de las piezas del envase. «Esto es muy importante, puesto que si usamos recipientes que no son aptos para llevar comida podemos poner en riesgo nuestra salud», advierte Luruñea. Desde el punto de vista de la seguridad alimentaria, todos los recipientes que lleven el logo de la copa y el tenedor se pueden usar con absoluta tranquilidad sean de plástico, vidrio, o bambú. «El simbolito es la garantía de que antes de su comercialización se han llevado a cabo todos los ensayos necesarios para demostrar que no se transfieren sustancias nocivas a los alimentos», apunta Jorge Lorenzo, responsable de Análisis de Aguas y Envases del Centro Nacional dey Seguridad Alimentaria (CNTA).
Cuando compremos un túper para llevar la comida a la oficina debemos tener muy presentes también cuáles son las características que más nos interesan para el uso real que le vamos a dar. Unos preferirán que se pueda calentar en el microondas sin problema, otros que además sea fácil de limpiar o que permita llevar varios platos y el postre en un solo recipiente (con huecos separados). «A veces nos dejamos llevar por la estética y nos olvidamos de lo más importante», advierten los expertos. Vaya por delante que la mayoría de los envases aptos para uso alimentario aguantan sin problema tanto el microondas como el lavavajillas o el congelador. Una aclaración: «Cuando en el símbolo del microondas aparece el número 100 no se refiere a la potencia a la que se debe calentar la comida, sino a la temperatura máxima que resiste el recipiente», aclara Luruñea
Pros y contras de los materiales
El vidrio es limpio pero pesa. El plástico es ligero pero se estropea más
Partiendo de la base de que la totalidad de los recipientes que cumplen la normativa son seguros para nuestra salud, tenemos que tener en cuenta que todos los materiales que se usan en la fabricación de un túper tienen una serie de ventajas e inconvenientes que debemos valorar. «El acero, por ejemplo, es fantástico para usar con alimentos, tanto para transportalos como para los cubiertos. Los envases de este material son muy limpios, higiénicos y resistentes, pero tienen un gran problema: no se pueden meter al microondas, por lo que prácticamente queda descartado para llevar a la oficina», conviene Luruñea.
Los expertos coinciden en que el vidrio es «el material estrella», puesto que aguanta muy bien todo tipo de temperaturas, se lava fenomenal y no transfiere los olores y sabores de las comidas. Pero también tiene sus limitaciones. La más importante en el caso que nos ocupa es que pesa mucho y, a la vez, es más fácil que se rompa que otros materiales.
El tercer grupo son los recipientes de plástico, los más usados. Su gran ventaja es que son ligeros y resisten muy bien tanto el calor como el frío, pero son los menos higiénicos con diferencia. «Son muy complicados de lavar. Como lleves unas albóndigas con tomate te va a costar quitarle la grasa y el color de la salsa», señala el autor del blog 'Gominolas de petróleo'. Otro de los inconvenientes de estos envases es que se deterioran con mayor facilidad. «Además, si los lavamos con estropajo o comemos en ellos tenemos que tener cuidado de no cortar la superficie para evitar la creación de grietas donde se podrían acumular bacterias», alerta Javier Pérez, responsable de Bioensayos del CNTA.
¿Cómo conservar la comida?
O por debajo de 8 grados o por encima de 65. Hay que evitar la zona de peligro
Además de elegir bien el recipiente, es conveniente tener unas nociones básicas en seguridad alimentaria para evitar intoxicaciones o problemas de salud por una mala conservación de la comida hasta el momento de hincarle el diente. «Cuando metemos la comida en el túper para llevar al trabajo es muy importante tener en cuenta la llamada 'zona de peligro'. Es decir, el rango de temperatura en el que es más fácil que se puedan desarrollar bacterias patógenas y que va desde los 10 hasta los 65 grados», alerta Luruñea. O sea,o conservamos la comida muy caliente en un termo o la guardamos fría y después la calentamos en el microondas.
«Lo ideal es que nada más llegar al trabajo se meta la comida en un frigorífico para que se mantenga fría. Si no tenemos esa posibilidad, lo más recomendable es llevar un túper de comida refrigerada dentro de una bolsa térmica», añade Javier Pérez. Los expertos tampoco aconsejan dejar la comida preparada enfriando en la encimera de la cocina durante mucho tiempo para evitar la multiplicación de microorganismos. Y cuando llegues al trabajo, «ni se te ocurra dejar el recipiente encima de la mesa o metido en un cajón a temperatura ambiente».
¿Y si no hay microondas?
Usa un termo y nunca lleves comida poco hecha
Si no dispones de microondas en la oficina para calentar la comida, la solución no es sencilla. O eres un gran amante de las ensaladas o tendrás que tirar de un termo que sea capaz de mantener la temperatura de la comida a más de 65 grados hasta la hora de comer. Tampoco es recomendable llevar alimentos poco hechos como tortilla, huevo o sushi. Un último consejo: «Si eres de los que les gusta llevar ensaladas, es mejor aliñarlas en el momento de tomarlas. También separa los alimentos que incluyan salsas del resto».
¿Cuántas veces usamos un túper?
¿Sabe cuántas veces debería usar un túper para que sea una buena alternativa a los recipientes de usar y tirar desde el punto de vista del impacto medioambiental? Pues al menos una vez a la semana durante un mínimo de dos años. La Escuela Politécnica Superior de la Universidad de Mondragon ha llegado a esta conclusión después de comparar la huella ambiental que genera un envase multiusos respecto a los tres recipientes de usar y tirar más utilizados:el de aluminio con tapa de cartón (el clásico de las pollerías); el de poliestireno (hamburgueserías) y los de polipropileno (los que suelen entregar con la comida china). «Pues bien, hicimos la comparación de todo el impacto ambiental que generan los cuatro recipientes, desde su fabricación hasta que se desechan y, sorprendentemente, nos encontramos con que el que menos huella ambiental deja es el que tiene la peor prensa, el de poliestireno», explica Joan Manuel Fernández, profesor de Economía Circular y responsable del proyecto. Ahora bien, no todo es blanco o negro. El envoltorio de las hamburguesas sería el más ecológico si la gestión de sus residuos fuese la adecuada, pero la realidad es que no lo es porque no se recicla correctamente. «Como conclusión se podría decir que el túper reutilizable solo compensa desde el punto de vista del impacto medioambiental si se usa muchas veces», señala Fernandez. La media europea de utilización de estos recipientes es de 43 usos.
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