Una ducha de agua caliente es el mejor remedio contra un día de trabajo duro en el que el cansancio empieza a pasar facturar.
Sin embargo, en estos días en los que muchos están más sensibles de lo normal, cualquier sensación extraña en el cuerpo se magnifica mientras que en otras ocasiones no se le daría importancia.
No hay sensación más desagradable que la de una toalla áspera e incómoda al tacto. Esto ocurre porque, a la hora de lavarla, no lo estás haciendo todo lo bien que deberías. Incluso llegamos a pensar que las toallas están viejas y que hay que cambiarlas.
Esto es un error. El problema no está en la toalla sino en la formar de lavarlas.
Por eso, para que consigas unas toallas igual de suaves, amorosas y sedosas como cuando las compraste, aquí te desvelamos cinco trucos que debes poner en práctica para conseguir que estén como el primer día.
Nunca habrás escuchado esto (o quizás sí), pero debes saber que no hay mejor remedio que el vinagre para conseguir esas toallas que siempre soñaste. Pero, cuidado con el tipo de vinagre que escoges. Debe ser específico de limpieza o de manzana. Con él, conseguirás prendas desinfectadas, sin malos olores y suaves.
Destierra de tu plan de lavado el suavizante, al lejía o cualquier producto que no sea el detergente. Y en cuanto a este último, fíjate bien en la cantidad que pones y no abuses de él.
Cada vez que pongas la lavadora muy cargada, la ropa y tus toallas no se lavarán como quisieras. Asegúrate de no tener el tambor muy lleno para un lavado perfecto.
No pongas a lavar jamás las toallas con otras prendas de ropa. Así conseguirás el efecto contrario al deseado. Si puedes, el mejor consejo para tenerlas impolutas es lavarlas a una temperatura de entre 40 y 60 grados en el programa de algodón.
Nada de tender la ropa al sol. Es mejor que busques un sitio con sombra y que esté bien ventilado para que se sequen correctamente y te queden más esponjosas.
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