España puede contar, a partir del verano de 2022, con una vía de negocio pionera en todo el mundo: se espera que para dicha fecha sea realidad la primera granja de pulpos, con el fin de comercializarse y venderse como alimento ya para el año 2023. Un negocio que ya ha generado debate entre los expertos, quienes consideran que esta especie es capaz de sentir dolor y emociones.
Será la empresa española Nueva Pescanova la que ponga en marcha esta iniciativa, que tendrá su base en las inmediaciones del puerto de Las Palmas de Gran Canaria. Se calcula que podría llegar a producir hasta 3.000 toneladas de pulpo de forma anual. Algo que, según la compañía, ayudaría a reducir la pesca masiva de pulpos silvestres.
Según desvela BBC, Nueva Pescanova se habría negado a ofrecer detalles sobre las condiciones en las que se mantendrán los cefalópodos: se desconoce, por tanto, el tamaño de los tanques o la alimentación que tendrán allí. Se estima que cada año se capturan 350.000 toneladas de pulpo, una cantidad que multiplica por diez la de 1950.
Tal y como informa BBC, la compañía española se habría impuesto en la pugna por su apertura a empresas de México, Japón y Australia. La noticia, al momento, ha causado mucho revuelo entre los científicos y los defensores de los animales, que advierten de que nunca deberían criarse para comercializarse como alimento. "Son animales asombrosos. Son solitarios y muy inteligentes. Así que ponerlos en tanques estériles sin estimulación cognitiva es malo para ellos", indica la doctora Elena Lara, directora de Investigación de la campaña Compassion in World Farming (CIWF).
Durante los últimos años, diversos estudios han conseguido demostrar que tienen un alto nivel de inteligencia, siendo "seres sensibles" que pueden sentir placer, emoción, y alegría, pero también sentimientos negativos como dolor, angustia y daño. De forma paralela, experimentos han demostrado su capacidad para valerse de conchas de mar para esconderse y defenderse de enemigos, además de aprender rápidamente tareas establecidas.
Stacey Tonkin, cuidadora del Acuario de Bristol, indica a BBC que uno de los pulpos que allí atiende tiene síntomas que cualquier persona puede expresar y que, de acuerdo con su estado de ánimo, su color cambia. "Cuando tiene un color marrón anaranjado, es cuando está activo o juguetón. Cuando muestra manchas es más curioso e interesado".
Un nivel de conciencia que próximamente será reconocido en la legislación de Reino Unido, mediante una enmienda al Proyecto de Ley de Bienestar Animal. Los expertos consideran que, de haber varios varios ejemplares en un tanque, podrían atacarse entre sí debido a su marcado carácter territorial.
"El problema con los pulpos es que son completamente silvestres, por lo que no sabemos exactamente qué necesitan o cómo podemos proporcionarles una vida mejor", explica la doctora Lara. Cerca de un tercio del pescado capturado en todo el mundo se destina al alimento para otros animales, y casi la mitad de dicha cantidad se destina a la acuicultura.
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